24.11.14

Pink Floyd The Endless River (II)

"Lo que produjo en mí el lanzamiento de “The Endless River” el 10 de Noviembre de 2014, fue por una parte una lógica excitación por reencontrarme con el decimoquinto trabajo de mi grupo de cabecera, y por otro lado, una extraña sensación de que lo que iba a escuchar iba a ser un fiasco a tenor de los adelantos y comentarios diversos que escuchaba y leía según se acercaba la fecha de estreno del disco.
 Mi postura como profundo seguidor de Pink Floyd me prevenía que sus actuales circunstancias podrían no dar los resultados esperados, debido a que el clásico entorno del grupo quedaba francamente mermado. Por un lado, el teclista Richard Wright, el eficiente manager Steve O’Rourke y el carismático diseñador Storm Thorgerson fallecieron. Por otro lado, otra de las piezas indiscutibles del puzle como era el bajista Roger Waters decidiera en su momento y sin resultados dar por finalizada la carrera del grupo con su consiguiente abandono. Y por último el icónico, alienado y desaparecido hace décadas Syd Barrett también fallecido, anulaba cualquier “potencial” reagrupación (intentado en varias ocasiones) para lo que podría haber sido sin lugar a dudas una noticia impactante.
 Con estas claves los dos activos de Pink Floyd, el guitarrista David Gilmour y el batería Nick Mason se deciden a sacar un nuevo disco, reviviendo lo que parece ser se bocetó allá por los 90 bajo el título de “The Big Spliff” con intenciones de los entonces emergentes “unppluged” pero con matices más ambientales y como colofón a su por entonces último disco “The Division Bell”. La idea no vio su consecución principalmente porque la idea no convencía ni tan siquiera a sus propios artífices al tratarse de un material alejado de las premisas del grupo (siempre por mí defendidas). Supongo que Waters, soltando algún alarido, tampoco lo hubiera permitido de haber estado presente en ese momento.
   Volviendo al nuevo disco, tras las grabaciones de “On An Island” en 2005, disco en solitario de David Gilmour, parece que volvieron a reaparecer las cintas con excedentes de las sesiones de grabaciones de “The Division Bell” en el que había retazos de Richard Wright y el propio Gilmour, improvisaciones del trío e incluso algún tema desestimado.
 Phil Manzanera, uno de los productores de “On An Island” y Andy Jackson, el ingeniero de sonido de la última etapa de Pink Floyd, vieron un potencial trabajo en aquel “batiburrillo” sonoro. Manzanera inició la labor de seleccionarlo consiguiendo dividir cuatro grupos “diferenciados” de trozos musicales a los que se les denominaría como “Partes” (1 a 4). Puesto que la idea inicial de “The Big Spliff” era dotar al material de un trasfondo ambiental (“ambient”), pensaron en un tal Youth, sobrenombre de Martin Glover bajista del grupo Killing Joke, 50% de Blue Pearl junto a Durga McBroom, productor de cosas por mí innombrables y supuestamente seguidor de Pink Floyd. Él sería el encargado de dotar del matiz “ambient” al nuevo “The Endless River”… realmente conseguido. Quizás con una pequeña “vuelta de tuerca” más, se incorpore a la serie de lanzamientos del “Café del Mar”.
 Por lo que llevamos visto hasta aquí, partimos de una cinta de “bits” o “retazos sonoros” a los que se les busca dar una progresión mediante la incorporación de guitarras, bajos y baterías, para posteriormente introducirlo en una marmita, removerlo, condimentarlo y… voilà!!! “The Endless River” acababa de ser concebido con su flamante pátina “ambientística”.
 Siguiendo esta conclusión, Pink Floyd (Gilmour/Mason) sólo añade unas notas de argamasa (la harina de la receta) intentando dar forma a dichos retazos, eso sí haciendo un ejercicio de memoria sonora evocando las distintas etapas del grupo. ¿Acaso es este el proceso de elaboración que hemos visto durante la carrera del grupo? ¿Desde cuándo terceras personas hacen el trabajo de los interesados? ¿Desde cuándo esas terceras personas marcan las directrices a seguir? ... Mi respuesta: N-U-N-C-A. ¿Es éste el trabajo que cierra toda una carrera repleta de obras maestras?
 Tal vez alguien estará pensando en Alan Parsons como uno de los artífices del éxito de “Dark Side of the Moon”. Efectívamente!!! Pero recuerdo que las ideas emanaban del grupo y Parsons imprimía con muchas horas de trabajo el matiz solicitado por el grupo. En este caso, el resultado es inverso y con la intervención de demasiadas personas muy ajenas al grupo, en el que Gilmour (… y Mason) parecen estar a disposición de un Manzanera y un Youth. Según palabras de Phil Manzanera, “yo me he ocupado de seleccionar el material… Youth lo ha convertido en un sonido más explícito de Pink Floyd”… anatema.
 Cuatro partes. Dieciocho cortes. De ellos uno solo cantado (también con sus particularidades). Es decir, un disco instrumental lleno de remiendos. Un resultado pobre… muy pobre. Un inexistente calado personal. Un indigno 15º trabajo en la carrera de Pink Floyd. Un infame pseudo-tributo a Richard Wright quien interviene en “lata de espíritu en conserva”, extra-arropado por la continua aportación de guitarras de su compañero Gilmour (como no podía ser de otra manera). ¿Cómo puedo llegar a decir que, Gilmour me “brasea” durante todo el disco…?
 Me dicen que en el disco encuentro cosas de “Wish You Were Here”, “Animals”, “Atom Heart Mother”… de “A Momentary…”, “The Division Bell”… sí!!! Incluso “krautrock”… Pero como diría James Bond, están “agitadas”… no “batidas”. Y por qué “batirlas” si puedo re-escucharlas en su esencia cómo y cuando quiera SIN QUE me las “agiten” anacrónicamente, de mala manera, e incluso diría, con cierto “proxenetismo”. ¿Hablamos de aspectos comerciales? ¿Hablamos tal vez de terceras personas realmente interesadas en aspectos comerciales? No me molestaré tan siquiera en analizar el contenido del disco que justifique mi propia respuesta. Cada cual que saque la suya. Lástima."


Gracias a F.S. por su colaboración.

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